Un día de Julio de este año 2006 respondo el celular desde un estacionamiento en Providencia y una voz de mujer me dice: ¿tu eres amigo de Carlos Kelly, el flaco Kelly?, si, respondo y continúa, ah! Porque encontré tu número en su agenda, ¿sabes que está en el hospital?, no, y sigue, lo operaron hace algunos días – y recuerdo que lo había visto hace poco después de una larga ausencia, y estaba mucho más flaco que de costumbre -, y me sigue disparando, tiene un cáncer bastante avanzado y está en el hospital Salvador. Voy el sábado digo, hablo con un amigo que también lo conoce y que también había recibido la llamada, y nos ponemos de acuerdo para ir.
Al llegar al lado de su cama había varios amigos y la mujer que me había avisado; le doy las gracias y nos ponemos a conversar con el Kelly, yo le había llevado un libro de Murakami que pensé que si no lo conocía le gustaría, pero al ver lo flaco y débil que estaba pensé que quizás ni podría sujetar el libro. No conozco a nadie del grupo y nos comenzamos a presentar y de a poco vamos entrando en conversaciones de música con el flaco, como tantas veces, uno habla de grupos desconocidos para mi, y a uno se le ocurre preguntarle al flaco cuál es el grupo que más lo ha impresionado y nos dice: Henry Cow, de hace más de 30 años, y recuerdo haberle preguntado antes cuál disco de HC me compro y me menciona LegEnd, su primer disco. Pasamos un rato agradable, el flaco estaba alegre (difícil verlo alegre), y nos fuimos cuando terminó el horario de visitas. Creo que el Kelly no sabía que lo considerábamos tan especial y lo queríamos tanto, pues cada vez que algún nuevo amigo se incorporaba al grupo al lado de su cama se sorprendía muchísimo.
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Pocos días más tarde murió, y nos encontramos los mismos velándolo en la iglesia del hospital. Alguno lee un poema de despedida, otro cuenta historias, y nos vamos conociendo, y nos vamos dando cuenta de que nos conocemos de fragmentos de historias que Kelly nos ha contado de cada uno, conozco al Chino que tiene un grupo musical, a Ricardo que era el Lord porque le gustaba la música británica, y yo resulto ser conocido por las listas de encargos que me daba el flaco cuando viajaba a USA. Les cuento de una vez en NY en que fui a downtown music gallery, y fue la única en que encontré casi todo lo que me encargó. Conozco al Kelly hace 20 años y nunca conocí a ningún otro amigo de él.
Con los amigos nos pasamos los datos personales, los e-mail, celulares y quisiéramos hacer algo con la música, su música, pues uno nos dice que él tiene los discos del Kelly, pero al final nunca lo hacemos. Acordamos ir a esparcir sus cenizas al Arrayán, donde le gustaba ir, pero yo no puedo, debo irme de viaje.
Trato de recordar cómo conocí al Kelly, pero no puedo recordar. El flaco era mi sensei en música, siempre conocía lo que estaba pasando en distintas partes y me hacía recomendaciones, y yo a mi vez compartía con él lo que encontraba. Difícil encontrar a alguien en quien confiar en lo que a música se refiere, aunque todavía hay música a la que no logro entrar.
Lo echo de menos. Este ha sido un año malo, menos mal que se está acabando.
Me suscribí a la revista THE WIRE (adventures in modern music), que siempre me encargaba, y sigo buscando dónde está lo que se está haciendo hoy, quién está teniendo miradas nuevas del mundo a través de este arte.
Pero ahora estoy solo.
Quizás es por el flaco Kelly que estoy escribiendo este blog musical. Quizás me diría que la música que estoy poniendo ya no es lo que está pasando ahora, y me diría ¿escuchaste esto?.
Lo echo de menos y me pongo a llorar mientras escribo.